Crónica. Girona, 1- Osasuna, 0

 

 



Un Girona en clara línea ascendente y un Osasuna de capa caída se enfrentaron en la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey, a partido único. Osasuna visitaba un campo de gratos recuerdos, ya que en Moltilivi ascendió a primera en 2016, culminando un playoff inmaculado donde contó sus partidos por victorias de la mano de Enrique Martín Monreal. Antes, en noviembre de 2004, Osasuna había sido capaz de eliminar al Girona de la Copa, gracias a un penalti marcado por Iñaki Muñoz en la prórroga, en otra eliminatoria a partido único en la temporada en que llegó a la final.

Salió Osasuna a morder arriba desde el primer minuto del partido. La idea era acobardar al Girona para que renunciase a su fútbol combinativo desde atrás, ya sea interceptando el balón cerca de la portería u obligando a los gerundenses a lanzar el balón en largo facilitando la labor de los defensas rojillos (verdillos en todos los sentidos ayer).

Pero el Girona es un equipo convencido de lo que hace y valiente. Se tomó la presión de Osasuna como un reto y salió combinando desde su propia línea de fondo, empezando por un Juan Carlos portentoso en el juego con el pie, haciendo alarde de una sangre fría descomunal. Esa pericia de los locales permitía que una vez superada la primera línea, sus jugadores dispusieran de grandes extensiones de verde para poder articular sus rápidos ataques. Así, bien pronto llegó el primer gol, obra de David Juncà. Jugadores del mundo que lleváis un tiempo largo sin marcar: dejaos de terapias, jugad un partido contra Osasuna y tema solucionado.

Con el 1 a 0, el Girona cedió el balón a Osasuna y siguió realizando su juego, con un Ibrahima Kebe onmipresente, que con su imponente físico se comía él solito al centro del campo osasunista. Y con el balón salieron a la luz todas las carencias de este Osasuna…

Osasuna ahora mismo es un equipo débil. Primero de todo, débil físicamente. Un equipo acostumbrado a vencer duelos ahora se las ve y se las desea para ganar las pugnas. Tampoco gana las carreras y excepto Kike Barja, ningún jugador está capacitado para vencer un uno contra uno en ataque. Segundo, débil tácticamente. No hay plan B y si no sale el plan A aparece el bloqueo. Para realizar el juego que reclama Jagoba, Osasuna debe combinar con mayor velocidad y precisión, con objeto de ganar la superioridad en banda. Y ahí aparece la tercera debilidad, la técnica. Alarma ver las carencias técnicas de ciertos jugadores. Y es obvio que a un equipo con carencias físicas, tácticas y técnicas le aparece indefectiblemente la cuarta debilidad: la anímica. Sólo había que ver las caras de los jugadores al acabar… un poema.

Pero aquí, en lo anímico, es donde quiero ser optimista. Desde lo anímico se han de solventar las demás debilidades. ¿Y por qué soy optimista? Porque Osasuna y su afición se manejan de maravilla en la cuerda floja, cuando parece que las soluciones están muy lejanas. De situaciones mucho peores se ha salido y para hacerlo lo primero es asumir y detectar el objetivo claro de la temporada. Un objetivo de mínimos, lejos de las ilusiones que todos teníamos al principio de agosto. Siempre hay que ser ambicioso, pero ahora toca juntarse, asegurar atrás, mejorar día a día e ir alejándose del abismo poquito a poquito, poquito a poquito…

Nada de lo escrito quita mérito al triunfo del Girona. Un equipo al que no le tiembla el pulso en su juego juegue quien juegue y que apunta alto en esta liga. Por mi parte les deseo lo mejor, tanto por su valentía en el juego como por su exquisita y educada afición, que ha hecho que me sienta a gusto cada vez que he visitado su estadio. Estadio que espero visitar en primera la temporada que viene.

Firmado: @Tomasonavarro

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