Crónica Osasuna- Athletic

 

Partido que enfrentaba a dos equipos separados por apenas dos puntos y que venían de una racha bastante negativa en liga, con los dos entrenadores de baja por Covid y obligados a jugar en la noche del lunes con un aforo del 70% en El Sadar.

El partido se inició movidito. Osasuna supo entender que su peligro debía venir por banda derecha, donde Muniain realizaba muchas menos ayudas a Balenziaga que las que le hacía Berenguer a De Marcos. Así fue como vino el gol de Osasuna. Cambio de juego de Torró a banda derecha, donde un mal control de Nacho Vidal acaba en los pies de Moncayola, quien la pone al área para que Kike García se imponga de cabeza enviando el balón a la base del palo derecho.

Y ya he explicado lo que hizo Osasuna en este partido. Hay un dicho que dice que quien marca la primera pierde la postrera, y aunque en el fútbol no acostumbra a ser muy aplicable, a este Osasuna le va de perlas. Porque Osasuna presiona pero no presiona. La presión actual de Osasuna está a años luz de la que le llevó a ascender a primera y la que le hizo mantenerse al año siguiente. Y una presión mal hecha es un suicidio, y más contra un Athletic que sabe correr en transición como pocos. Sólo era cuestión de tiempo que se diera la vuelta al marcador. Y así fue, obra de dos goles de Sancet. El primero al culminar de cabeza un contrataque que no supo ser parado por los bisoños jugadores rojillos. El segundo tras una jugada larga de ataque que los jugadores de Osasuna se limitaron a mirar reculando.

Ahí se acabó el partido. Nacho Vidal tuvo una clara al final de la primera parte, fruto de un balón peinado que acabó siendo centrado al área. Es la única manera en la que Osasuna puede crear peligro en la actualidad, porque intentar mover el balón de banda a banda a la pasmosa lentitud con la que lo hacen los jugadores de Osasuna, en muchos casos mostrando una falta de alarde técnico escandalosa, es poco menos que imposible.

La segunda parte fue tediosa. Siempre estuvo el tercero más cerca que el empate y así sucedió. El 1 a 3 (Sancet de nuevo) parecía definitivo y que haría al partido languidecer sin más… pero por suerte entró el Chimy Avila.

Con el argentino se acabó el aburrimiento. El Chimy entró desatado y él solito de cascó una jugada con un disparo demoledor que Unai Simón envió al travesaño de un paradón. Una jugada de altísimo nivel al alcance de muy pocos. Más tarde, encolerizado por el baño que estaba recibiendo su equipo, realizó una entrada más espectacular que peligrosa sobre Nico Williams, que encendió a los rivales y que tras varias trifulcas acabó con el Chimy expulsado. Entradas como ésa las ha realizado el Chimy incluso en los entrenamientos, están más controladas de lo que parece, pero aun así el delantero tuvo a bien pedir disculpas al rival esa misma noche, Disculpas aceptadas y tema finiquitado.

Lo que no finiquita las disculpas es la falta total de imagen de equipo de Osasuna en esas discusiones y tanganas. El equipo decidió dejar solo al Chimy, que parecía el único (junto a Kike García) con cierta dignidad y orgullo, el único al que la derrota escocía. Los capitanes navarros prefirieron hacerse los suecos y lavarse las manos como Pilatos. Posiblemente no les iría mal que capitanes anteriores les dieran un cursillo rápido de lo que es estar a una con los tuyos sean las que sean las circunstancias.

Resumiendo, buen Athletic que sin despeinarse se llevó los tres puntos de El Sadar (ya todo el mundo va sabiendo que es tarea fácil) y mal Osasuna, que cada día que pasa empeora un poco más y deja una imagen más preocupante, de juego y de vestuario. El margen que tenía, fruto de goles fuera de casa en los minutos añadidos, desaparece poco a poco pero sin pausa. Creo que cuanto más abajo esté, mejor, porque lo importante es que los jugadores se den cuenta de que van a tener que luchar, y mucho, por la salvación.

Firmado: @Tomasonavarro


Comentarios